"Arte degenerado" es el nombre con que el Tercer Reich bautizó el objetivo de la barbarie cultural del Führer: frente a la Universidad de Berlín, una auténtica pira funeraria de la cultura. Pintores y escritores, arquitéctos y músicos, la Bauhaus, el expresionismo, la vanguardia musical, todos juntos en el punto de mira de la Bestia. Y en medio de todo esto Brecht y Weill, unidos por su "degenerada" visión de las letras y la música y, porqué no, por sus afanes en mejorar su situación económica, al borde del abismo y del destierro forzoso, inmersos en la turbadora complejidad de la vida contemporánea en un tiempo de insólita y dramática intensidad.

"Los 7 Pecados Capitales": 2001.

En 1933 la pieza adoptó la forma de un 'ballet chanté' coreografiado por Balanchine para lucimiento de la bailarina y esposa del productor. Bertolt Brecht ya protestó entonces por el carácter burgués de este montaje, demasiado espectacular, movido y distrayente para la correcta contemplación del drama brechtiano y la densa ambientación sonora de Weill. En oposición a este histórico montaje inaugural, la producción que presentamos ofrece una interpretación deliberadamente no-psicologista, que entiende y desarrolla la obra como una pantomima o un cuento inmoral, sin final feliz. Donde la esquizofrénica doble perspectiva de (estas) Anna(s) aparece como un indeseable producto de esta monstruosa sociedad capitalista, más en el sentido en que podemos entender hoy ambos creadores la perpetraron en du día, sin renunciar por ello a orquestar un nuevo evento dramático autónomo y original. En esta ocasión ofrecemos al público un montaje centrado en la inteligente trama teatral y la maravillosa partitura. Con una austera puesta en escena que otorga el protagonismo a la iluminación, la acción, la música y los telones de fondo, retroproyecciones de un trabajo artístico original que Victoria Contreras -aceptando el reto que en su día rechazara Cocteau- ha sabido encajar a la perfección con la pieza, potenciando la experiencia y disfrute de la música y el texto en un marco de contemplación estética, acabando de dibujar con acierto lo que así se nos revela como una de las obras indispensables del teatro de vanguardia del pasado siglo XX.